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Historia de los Dragones

(Read Historia de los Dragones, Part 1 First)

Dragones en la Biblia
Por supuesto, para los creacionistas creyentes de la Biblia no existen problemas de tiempo o evolución, y los hechos de literatura antigua y arte prehistórico encajan muy bien con el relato bíblico. De acuerdo con Génesis 1:21-23, los animales de agua fueron creados el quinto día; de acuerdo con Génesis 1:24-25, los animales de la tierra, así como el hombre y la mujer, fueron creados el sexto día. De esta manera, de acuerdo con la Biblia, todos los animales fueron creados aproximadamente en el mismo tiempo. No hubieron largas eras en que el hombre no estuvo presente y cuando los dinosaurios controlaban la tierra. La Versión Autorizada utiliza la palabra "dragón" dieciséis veces, todas en el Antiguo Testamento, traduciendo dos palabras hebreas que significan "monstruo de tierra o de mar."

Pero tal vez aún más gráficas son algunas referencias bíblicas en las cuales usan otros nombres para las criaturas, pero que claramente describen dinosaurios. En Job 40:15, por ejemplo, Behemot es descrito: "Su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre" (40:16). Behemot fue una inmensa criatura, y leyendo sobre él, uno que sea instruido en literatura antigua se le hace difícil no pensar en Fafnir, el dragón de primitiva fama danesa. Behemot, leemos, movía su cola como un cedro. ¿Una cola tan grande y poderosa como un árbol de cedro? ¿Qué animal puede posiblemente describirse así sino un dinosaurio? "Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro" leemos (40:18), tal vez recordando a Sigurd, temblando debido a la fuerza del dragón Fafnir. Cuando el autor de Job escribe: "el que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque." ¿Quiso el escritor decir que sólo Dios es normalmente capaz de ocasionar la muerte a tan poderosa criatura? De nuevo, mentalmente veo a Sigurd escondiéndose en el hoyo, esperando por el momento oportuno para herir uno de los pocos lugares en que el dragón es vulnerable. Behemot es una criatura de agua, porque "los árboles sombríos lo cubren con su sombra; los sauces del arroyo lo rodean" (40:22). Esta criatura tiene una sed inmensa, porque "él se bebe un río" (40:23). ¿Qué animal aparte de un dinosaurio puede ser descrito así?

En el próximo capítulo de Job, leemos de otra gran criatura, Leviatán. Como con Behemot, el relato habla de Dios describiendo a estas criaturas, e implica que a Job le eran familiares. Dios le recuerda a Job cuán difícil es atrapar a una criatura como el Leviatán. Dios había creado el Leviatán, porque declara, "todo lo que hay debajo del cielo es mío" (41:11). El Leviatán tiene dientes terribles y escamas, o una cubierta protectora fuerte, típica de muchos dinosaurios. ¿Ve usted a Sigurd temblando ante Fafnir cuando lee: "Cuando él (Leviatán) se yergue, tienen temor los fuertes" (41:25)? Job es usualmente considerado uno de los libros más antiguos de la Biblia, posiblemente escrito cuando el hielo cubría grandes partes de Europa y Norteamérica, poco después del Gran Diluvio. Muchos expertos de la Biblia creen que algunos dinosaurios pueden haber sobrevivido el Diluvio, siendo criaturas de agua, pero que debido a severos cambios climáticos, murieron a pocas generaciones después del Diluvio. Si estas criaturas de pequeños cerebros estaban experimentando dificultades a las cuales no estaban acostumbradas y mal adaptadas, uno puede entender fácilmente por qué una tradición de dragones monstruosos y temibles es registrada virtualmente en todas las culturas antiguas occidentales, lo que pudo haberse desarrollado durante, o poco tiempo después de Job.

La Biblia presenta este tiempo en la historia como un tiempo de dispersión (Gen 10:11). Grupos de gente estaban mudándose, alejándose del Ararat, donde sus padres habían desembarcado después del Diluvio, alejándose de Babel, donde se habían congregado. Se estaban aventurando hacia las nuevas tierras que se convertirían en sus hogares. Toda la tierra era desconocida para ellos. Al mismo tiempo, grandes cambios climáticos deben haber causado que los dinosaurios fueran atípicamente hostiles.

Es verdad que las tradiciones orientales no han percibido al dragón como temible y malo, como lo han hecho las culturas occidentales. Sólo podemos especular acerca de la razón, pero es posible que los grupos que emigraron hacia el oriente, simplemente no tuvieran los encuentros horripilantes que sus contemporáneos del occidente deben haber experimentado. De ser así, estas gentes orientales pudieron haber contado a sus hijos historias de dinosaurios de la misma manera como las recibieron desde antes del Diluvio, cuando la vida estaba idealmente adaptada a su existencia, la comida abundante, y tal vez los animales y los humanos no se mataban el uno al otro para comer (Gen 9:3).


CONCLUSION
Yo propongo que la humanidad primitiva se encontró con dragones, o dinosaurios. Esto significa que la humanidad no evolucionó millones de años después de que los dinosaurios se extinguieron, sino que los dos coexistieron. Cada pieza de evidencia por sí misma podría tal vez ser explicada, como aquellos que aceptan conceptos evolucionistas son propensos a hacer. Pero el modelo evolucionista de historia que separa a la humanidad y los dinosaurios por millones de años deja demasiadas preguntas sin responder. ¿Cómo pudo una persona dibujar pinturas de dinosaurios en paredes de cuevas antiguas, si no quedaba ninguno para servir de modelo? ¿Cómo es que tantas culturas antiguas escribieron sobre dinosaurios (dragones), si eran desconocidos para la humanidad primitiva? ¿Cómo terminaron siendo tan realistas los primeros relatos literarios, hasta en los más pequeños detalles?

La evidencia a favor de la coexistencia de la humanidad con los dinosaurios es sorprendente. A menudo he escuchado decir que si la evidencia puede ser aducida por un número de disciplinas diferentes, es una indicación fuerte de la veracidad de una hipótesis. He mostrado evidencia de arqueología, arte prehistórico, literatura antigua, leyenda y mitología, y la Biblia. Esta evidencia me lleva a la conclusión de que los seres humanos, poco después de la dispersión de Babel, verdaderamente encontraron dinosaurios en la tierra primitiva, y que ellos los dibujaron, escribieron acerca de ellos y pasaron cuentos de ellos a sus niños. Los dragones de la literatura y arte antiguo, concluyo, fueron de hecho dinosaurios.

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